1. En el colegio, a tu hijo le recompensan por seguir órdenes y ajustarse a las normas. La creatividad, originalidad e inconformismo son penalizadas en cualquier burocracia educativa donde las metas de los políticos, administradores o profesores tengan prioridad sobre la de los niños y sus familias.
2. Tu niño, tras más de doce años de educación obligatoria, tendrá la sensación de que el mundo del conocimiento es como un libro de botánica o de zoología donde todos los asuntos están claramente clasificados en compartimentos estancos. Tendrá dificultades para habérselas con un mundo real donde las distinciones son confusas y uno ha de crear, modificar y criticar sus propias clasificaciones.
3. La dimensión última por la que se mide al niño y por la que aprenderá a medir a las personas será la calificación en una serie de exámenes. Obtendrá la idea de que las personas son jerarquizables por su puntuación en unas pocas dimensiones. El mismo niño derivará su autoestima intelectual (o falta de ella) de su posición en una escala.
4. El afán de evitar el castigo y de buscar la alabanza harán perder de vista el gozo de aprender y lo harán casi desaparecer. Gran parte de la motivación intrínseca derivada de expresarse artísticamente, resolver problemas matemáticos o comprender los mecanismos de la naturaleza se perderá al tratar de contentar al profesor y seguir un programa estandarizado.
5. El estudiante en la escuela obtendrá la impresión de que el aprendizaje es una actividad individual y competitiva que se hace en solitario en una habitación cerrada y cuyo criterio de éxito reside en hacerlo mejor en un estrecho repertorio de pruebas estandarizadas bajo presión de tiempo.
6. El sentimiento de agencia o de autoría en el aprendizaje resultará seriamente dañado tras el paso por la educación formal. El niño y el joven tendrán dificultades para definir sus propias metas, objetivos, buscar y disponer recursos, organizar su tiempo y valorar los resultados de su trabajo y esfuerzo, porque todas esas funciones ejecutivas y cognitivas estarán asumidas por profesores y administradores que le llevarán de la mano a lo largo de toda su educación formal.
7. El rango de actividades a las que tendrá acceso el estudiante será limitado y con un sesgo desproporcionado a favor de las habilidades más analíticas y verbales. La música, la pintura, el teatro —el arte en general—, el desarrollo físico, la armonía y gracia de los movimientos, y las mismas habilidades de comprensión emocional introspectivas y empáticas quedarán relegadas a un segundo plano o confinadas a las actividades extracurriculares, con independencia de las preferencias o disposiciones del niño.
8. El niño creerá que la educación y el aprendizaje son sucesos que ocurren tras los límites de los muros de ciertos edificios o tras las vallas de ciertos recintos. Las variedades más informales, improvisadas y emergentes del aprendizaje quedarán marginadas. El entorno de la familia, los amigos, los grupos deportivos y el entorno cotidiano se asociarán más débilmente a la idea de aprendizaje y desarrollo personal.
9. El joven se volverá averso al riesgo intelectual derivado de pensar en opciones distintas y exponerlas racionalmente, porque no serán habilidades recompensadas por las calificaciones, ni promovidas directamente por los profesores, ni deseadas por la burocracia del sistema, que busca la homogeneización y la reducción de la incertidumbre.
10. Las habilidades de trabajar en equipo y de negociar quedarán atrofiadas o tendrán que ser desarrolladas más adelante en el mundo exterior. En el colegio, el éxito se mide y se recompensa según la habilidad de seguir las reglas establecidas por otros. Hay poco o ningún espacio a la negociación o la discusión ni tampoco necesidad de establecer alianzas y crear relaciones ventajosas para lograr los objetivos individuales.
11. Disociará y hará más profunda la distinción entre práctica y teoría. Verá que las habilidades y conocimientos que son útiles en el mundo académico son sustancialmente diferentes de las necesarias en el mundo del trabajo, las relaciones personales y la vida en general. Esto hará que desprecie en parte el pensamiento racional y científico, por su aparente falta de aplicación; o bien intentará aplicar recetas y grandes ideas intelectuales indiscriminadamente y con poco realismo.
12. Aprenderá a humillar y ser humillado por no saber. Aprenderá a reírse de los que se comporten de manera diferente o cometan errores en clase.
13. Aprenderá a hablar en lenguajes esotéricos que no comprende. Por otra parte, si vive en España es casi imposible que llegue a hablar con cierta fluidez en lenguajes naturales como el inglés o el francés. Priorizarán la gramática y el vocabulario sobre el oído, las construcciones básicas y la práctica. Probablemente estudien el idioma fuera del contexto de un proyecto o meta personal.
14. Pensará que aprender es ser capaz de repetir. El colegio es una herramienta de repetición de saber acumulado. Las evaluaciones dependen de la fidelidad y rapidez con la que el niño sea capaz de reproducir el conocimiento vertido por el profesor. Si lo hace perfecto, sin omitir una coma, tiene un 10; si se le ha escapado algún elemento, un 9; si ha reproducido con éxito la mitad, un 5, y así sucesivamente. No se pide elaboración o poner la información en el contexto más amplio del conocimiento del alumno o el cuerpo general del conocimiento.
15. Aprenderá a vivir con ideas inertes, no relacionadas con su experiencia vital, de las que no conoce su origen, ni cómo se relacionan con otras ideas en otras disciplinas, ni si tienen alguna aplicación más allá de quedar bien en las pruebas estandarizadas.
16. Creerá que existen “pepitas de oro informacionales”. Estará siempre a la caza del dato, de la receta, del procedimiento concreto, preciso y seguro que le resuelva la papeleta en el siguiente examen.
17. Creerá que saber algo es dar una respuesta inmediata. Se necesita cierto tiempo para recuperar la información de la memoria, para generar asociaciones, para buscar y para reflexionar, pero en la escuela no esperarán.
18. Las habilidades de autorregulación o autogestión se atrofiarán. Estará regulado por sus profesores. En el futuro, por sus jefes. Reaccionará al palo y a la zanahoria más que a sus propios intereses.
19. Jugará siempre juegos seguros. Aprenderá a evitar los errores y procurará siempre parecer magnífico a ojos de los padres y profesores.
20. Perderá el contacto con su corazón. Nadie le pedirá que piense qué quiere verdaderamente hacer con su vida ni le animará a que inicie una exploración. Al final de su educación formal estará tan alejado del centro capital de sí mismo que tendrá que iniciar un largo viaje y quizá una travesía del desierto para encontrarse consigo mismo.
21. Invertirá las proporciones correctas en el aprendizaje: creerá que son “Una tonelada de teoría, un kilo de reflexión, un gramo de experimentación”; las óptimas son “Un gramo de teoría, un kilo de reflexión, una tonelada de experimentación”.
22. Las modalidades más lentas y contemplativas de la mente quedarán probablemente excluidas del repertorio cognitivo del alumno. La presión de tiempo, el afán de cumplir los programas y el entrenamiento para exámenes y otras pruebas estandarizadas dificultarán que el alumno se tome el tiempo suficiente para asimilar, digerir y comprender las ideas en profundidad.
23. Aprenderá que la contemplación y la generación de enfoques y opciones son contraproducentes a la hora de maximizar las calificaciones académicas. La profundidad y la originalidad no suelen ser valoradas o recompensadas por los tests o los profesores.
24. Necesitará muchos años para recuperarse de su educación. Cuanto más lejos haya llegado en el proceso educativo formal, más tiempo de recuperación necesitará. Algunos jamás se recuperarán.
25. Es probable que evite la actividad intelectual durante el resto de su vida, pues confundirá el ser estabulado con aprender. Y nadie quiere ser estabulado.
26. Se verá aislado de una gran parte de la población humana: se relacionará casi en exclusiva con gente de su edad, ubicación geográfica (dentro de la misma ciudad) y clase social. Esos serán sus criterios de socialización, no sus intereses personales o la afinidad emocional. Creerá que la famosa y políticamente correcta “diversidad” solo tiene que ver con la raza, el sexo o el grupo étnico.
27. No habrá aprendido a negociar. Porque en la escuela no hay casi nadie con quien negociar ni casi nada sobre lo que negociar.
28. El concepto de aprendizaje autodirigido será para el niño tan extraño como el de imperativo categórico, hermenéutica de la conciencia o moscas samaritanas.
29. Tu hijo estará mal preparado para convertirse en el tipo de trabajador creativo, autogestionado y con iniciativa que se demanda en los puestos que generan alto valor añadido en la economía del conocimiento. Y peor preparado incluso para crear su propio trabajo como trabajador por cuenta propia o empresario.
30. Tendrá dificultad para tolerar la ambigüedad y los conceptos borrosos. Aprenderá a querer saber qué es lo que se espera exactamente de él, a cómo ir del punto A al Z pasando por el B, C, D, E… sin perderse por el camino.
31. Tu hijo estará expuesto al acoso escolar. Una parte no despreciable de los escolares declaran haber sometidos a distintos grados de acoso. Durante las horas escolares tú no estarás ahí para ayudarle o protegerle.
32. La escuela no tratará a tu hijo como un individuo. Será una pieza más en la cadena de montaje. Algunas piezas salen defectuosas. El sistema lo acepta y lo tolera. Reza porque tu hijo no sea una de esas piezas.
33. No recibirá la atención personalizada e individualizada que necesita. Los profesores tienen limitaciones de tiempo, atención y capacidad. Por muchos recursos cognitivos y materiales que tengan, los tienen que racionar entre decenas de alumnos.