Hacer tareas domésticas con un niño de dos años (y casi medio) es a la vez frustrante y fascinante.
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En el cesto de la colada, con el delantal puesto |
Frustrante, porque tardas más del triple del tiempo necesario. Porque ensucian y desordenan más rápido de lo que tú puedes limpiar y ordenar. Porque quieren hacer las cosas solos y a su manera. Porque sus manitas y sus piernecitas son pequeñitas y aún torpes. Porque, de pronto, se ponen a jugar (porque para ellos no hay diferencia entre el trabajo y el juego, como debe ser).
Fascinante porque ellos quieren ser como tú, hacer lo que tú haces, y compartir contigo hasta las más ingratas tareas. Y lo hacen con alegría, con ganas y se maravillan con cada pequeño logro. Ya lo decía Mary Poppins, que todo trabajo puede convertirse en un juego.
Es un aprendizaje para ambos.
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¿Quién dijo que limpiar los cristales no mola? |