jueves, 22 de agosto de 2013

Enséñame, pero bonito



"Enséñame, pero bonito" es el título de un precioso documental en el que participo y que se financia por crowdfunding (financiación colectiva). Si creéis que este proyecto merece la pena y queréis colaborar, pinchad este enlace y compartid la información.

Aquí tenéis el trailer, para ir abriendo boca.


lunes, 19 de agosto de 2013

Anarcocapitalismo y la no escolarización





Aviso: este post lo escribo para mis amigos (y no tan amigos) autodenominados anarcocapitalistas. Si tú no eres uno de ellos y quieres dar tu opinión, puedes dejarla en los comentarios, pero no intentes comenzar un debate ideológico sobre el anarcocapitalismo o sobre el liberalismo, porque no es el punto de este post. Si te interesa el tema, hay otros foros donde gustosamente acogerán un debate de ese tipo. Gracias.





A lo largo de cinco años he escuchado, leído y rebatido muchas objeciones al homeschooling. Algunas son ya clásicas e incluso comprensibles. Algunas se hacen desde la buena fe y otras, no, pero puedo asegurar que todas se hacen desde la ignorancia.

A veces, además, las objeciones sorprenden por provenir de determinadas personas y que se repiten en ciertos sectores. Es el caso de los liberales de diversas tendencias (da igual que sean  austríacos, minarquistas, objetivistas, agoristas o anarcocapitalistas o cualquier otro apellido que le quieran poner) hay cuatro objeciones que no debería molestarme ni en rebatir porque entran en conflicto con el concepto mismo de liberalismo, lo cual delata al auto-denominado liberal que las arguye.

La primera es el positivismo jurídico. Es decir, no entrar a debatir si la no escolarización puede ser buena o deseable, ni a si la ley debería o no permitirla ni en qué condiciones, sino limitar el debate a si la ley vigente lo permite o no. Es el clásico: "no se puede educar en casa porque la ley no lo permite". Primer error: no todo lo que la ley permite es bueno ni todo lo que la ley prohíbe es malo. Más aún: al colgarte la etiqueta de anarcocapitalista estás diciendo que defiendes el uso de la contraeconomía como estrategia válida para lograr cambiar el status quo. Así que ¿¿homeschooling no porque la ley (según tú) no lo permite pero mercado negro sí porque... ??

La segunda objeción es la de las titulaciones. Estos te dicen un "sí, pero". O sea, sí, en un plano teórico el homeschooling es deseable, pero en la práctica es inviable porque nuestros hijos necesitan un título oficial para poder trabajar. Eso es mentira en muchos casos. Es mentira si tu hijo es emprendedor. Es mentira si tu hijo es artista. Es mentira si tu hijo es político (algo que no le deseo a nadie). Y es mentira si tu hijo es activista anarcocapitalista y decide dedicarse al mercado negro.

La tercera objeción hace referencia al dinero y la intendencia doméstica. Sorprende que haya anarcocapitalistas que no conciban la existencia de familias con una composición distinta a la clásica padre+madre+hijos y que den por hecho que uno de los dos  ha de sacrificar su carrera profesional para dedicarse a educar a los hijos en casa. No voy a extenderme sobre este tema porque ya lo hice aquí.

La cuarta objeción, tal vez la más sorprendente, es la que alega la sumisión a la sacrosanta división del trabajo. Estos te dicen que seguro que sí, que el homeschooling es más eficiente que la escuela (sobre todo que la pública) pero que no les parece un método adecuado porque atenta contra la división del trabajo. Como si la división del trabajo fuera un mandamiento de Dios cuya infracción se castigara con el infierno o algo así. ¿Queréis división del trabajo? Entonces sed coherentes: contratad a un nutricionista que os diga qué debéis comer y a un cocinero que os lo prepare; contratad a un monitor de tiempo libre que juegue con vuestros hijos; contratad a un estilista que os diga qué ropa debéis poneros cada mañana; tirad la basura al suelo para que los barrenderos puedan hacer su trabajo. A todos ellos, por supuesto, debéis pedirles sus titulaciones  debidamente homologadas por el Estado y hacerles un contrato cumpliendo con toda la legalidad vigente. De cultivar vuestro propio jardín, ni hablamos. 



Ahora, por si alguno tiene verdadero interés por el tema, aquí os dejo algunos nombres para que investiguéis: John Taylor Gatto, Stefan Molyneux, David Friedman y Murray Rothbard.



viernes, 16 de agosto de 2013

La crianza incongruente


Es fácil, pero peligroso, confundir la estupidez con la maldad. Personas estúpidas las hay en todas partes y no es nada sorprendente: hay de todo en la viña del Señor. A veces pasan desapercibidas y normalmente es fácil evitar que te dañen. Pero las personas malvadas son harina de otro costal. A veces es difícil detectarlas porque suelen ser lobos que saben vestirse de corderos y muchas veces se limitan a ser la mano que mece la cuna.

El top ten de las personas malvadas que he conocido las encontré en los dos lugares donde menos podía sospechar que estarían.

Uno es una organización internacional de gran fama por su labor de ayuda humanitaria y servicios sociales. Al principio esto sorprende. Luego uno investiga un poco y se da cuenta de que la escoria humana habita perfectamente acomodada en este tipo de organizaciones. Ahora palabras como "solidaridad" o "filantropía", cuando se refieren a entidades y no a individuos, hace que salte la alarma en mi cabeza.

El otro es aún más sorprendente si cabe: el entorno de la llamada "crianza respetuosa", pésima traducción del concepto de "attachment parenting", que está lleno de víboras, de gente ociosa que dedica más tiempo y energía a crear conflictos que a criar a sus hijos con el respeto que tanto les llena la boca. Hay dos tipos de maldad en el círculo de la crianza "respetuosa" (permítanme las comillas aquí): de un lado, quienes convierten esta maravillosa filosofía de vida en una negocio a costa de madres desesperadas, desorientadas y sobre todo, muy, muy solas. Las que son capaces de convencerte de que para ser una buena madre tienes que comprarles sus servicios, cosa que es mentira, y que a veces ni siquiera llegan a prestarte, o para los que no están cualificadas (y no me refiero únicamente a una cuestión de títulos, que aquí supongo que ya todos sabéis qué opino de los títulos). De otro lado, las que tienen mucho tiempo libre y muchas cuestiones personales sin resolver (y tal vez sin identificar siquiera) y que canalizan su frustración atacando a otras madres. Todo muy respetuoso y tal.

Si hay un valor que sea digno de admirar y, por tanto, deseable de poseer, ése es la congruencia. El que tiene una idea errónea y la aplica no es peor que el que dice tener una idea correcta y aplica justo la contraria. La madre que pega a su hijo o lo estivilliza porque está convencida de que es lo mejor que puede hacer me merece mucho más respeto que la madre que predica la crianza respetuosa y se dedica a portarse como una bruja con otras madres o con cualquier otra persona. En el primer caso, sólo veo una madre desinformada para quien aún hay esperanza. En el segundo caso, sólo veo incongruencia, hipocresía y un punto de hijoputismo muy peligroso.

Porque la gente malvada es tóxica. Esparcen su veneno muy eficientemente de modo que, para cuando quieres darte cuenta, ya han infectado todo el entorno. Son vampiros que te dejan sin energía, te ganan por agotamiento. A mi me pasó. Esta semana le ha pasado a otras dos grandes mujeres. Las que estáis en el mundillo ya sabéis a quiénes me refiero, pero no quiero entrar en detalles sino sólo hacer una reflexión en abstracto. Porque el patrón se repite en cualquier ámbito que os podáis imaginar. Así que manteneos en alerta, estad atentas y, en cuanto detectéis el patrón, hablad. Actuad. No dejéis que nadie os calle porque de lo contrario seréis cómplices. Recordad que la gente malvada no triunfa porque sea inteligente, sino porque la gente buena no hace nada. Enseñad esto a vuestros hijos, de palabra y también de obra, y habréis comenzado a construir un mundo mejor.

Lo único necesario para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada



lunes, 12 de agosto de 2013

Observación astronómica







Siempre nos preguntamos por qué lo llamamos educación en casa si nunca estamos en casa. Este año se han organizado muchos grupos para hacer diferentes actividades con otras familias (y de paso, socializar, que sé que os preocupa el tema). Hubo un club de lectura, un grupo de proyectos, un club de historia en inglés, un grupo de costura, un taller de ciencias y muchas actividades puntuales.

Del taller de ciencias se ocupan dos estudiantes universitarios de física cuya gran pasión es la astronomía. Por eso nos propusieron hacer una salida nocturna para aprender algo del tema. Fuimos el sábado pasado. Vimos cómo montaban los equipos y cómo buscaban los objetos que querían ver. Vimos las cartas celestes. Vimos la Luna como si pudiéramos tocarla con la mano. Vimos Saturno con sus anillos; cúmulos de estrellas; galaxias; constelaciones y algún que otro satélite artificial cruzando el cielo a toda velocidad.


Hicimos preguntas que a lo mejor les parecieron obvias. Eduardo y Gustavo hicieron actividades con los niños mientras Efraím nos contaba algunas cosas a los padres, historias mitológicas incluidas.

Lo bueno es que a los "profes" se les notaba la pasión por la astronomía. Lo bueno es que los niños no tenían miedo (ni vergüenza) de preguntar ni de responder. Lo bueno es que no había preguntas absurdas ni respuestas inadecuadas. Lo bueno es que grandes y pequeños aprendimos juntos. Lo bueno es que no había libros de texto. Ni deberes. Ni exámenes. Ni calificaciones.



viernes, 9 de agosto de 2013

Fin del colecho





Creo que nunca olvidaré la cara de alarma y asco que puso la psicóloga del juzgado cuando le dije que mi hijo dormía conmigo. En la misma cama. A solas. Dijo que le estaba perjudicando haciéndole asumir el papel de mi pareja, que obviamente no le correspondía, y le pronosticó graves problemas sexuales al crecer. Que el niño fuera un lactante de seis meses era un detalle que no le importó.

"¿Y qué vas a hacer?" me preguntó "¿dejarle en tu cama hasta que quiera irse?".

"Sí, por supuesto" le dije, y aquí me miró como si acabara de decir que tenía un plan para dominar el mundo y someter a la humanidad a mis perversos vicios.

Han pasado ocho años.

Damián ha comprado una litera, sábanas y almohadas con su propio dinero, ha decorado la habitación a su gusto y se ha largado de mi cama. Por las noches se acuesta, hojea un par de libros y se duerme. Claro que, algunas veces, sólo algunas, quiere volver.






"¿En tu cama o en la mía" me dijo el otro día.
"En la tuya, querido, que me molan las sábanas de las Tortugas Ninja". Y el póster de Johnny Depp, aunque eso no se lo dije. Así que me prestó su litera de abajo y además me echó la bronca porque estaba twiteando cuando debía haber estado durmiendo. ¡Ah, pequeño tirano, esto no lo has aprendido de mi!








Aún es pequeño para saber si se cumplirán las previsiones de la psicóloga pero hasta la fecha sólo puedo hablar bien de la experiencia del colecho. Es bueno para el descanso, bueno para la lactancia, bueno para el desarrollo emocional y bueno para el frío del invierno. Y aunque a mi me gusta dormir sola, he disfrutado hasta la última noche de estos ocho años, porque sabía que tarde o temprano se acabarían y, desde luego, no tan tarde como daba a entender la cara de la psicóloga. Desde aquí le mando un cariñoso saludo: si me lees, hazle un favor a la humanidad y dedícate a otra cosa, querida, que las custodias dependan del criterio de gente como tú es un peligro para la supervivencia de la especie.


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Más -y buena- información sobre el colecho en Crianza Natural.