lunes, 29 de septiembre de 2014

¿Qué es el ego?





Un día Damián preguntó ¿Qué es el ego?

Le respondí como pude pero la verdad es que es la típica pregunta que, si te pilla desprevenida, no sabes cómo responder. Además pensé que según lo que le dijera podía liarle más. Pregunté en Facebook y me enviaron dos documentos muy interesante:

Una presentación en Powerpoint que podéis descargar en este enlace.

Y un vídeo muy breve y ameno (es parte de una conferencia más larga que podéis ver en Youtube:





Si tenéis otros materiales adecuados para explicar el ego a los niños no dudéis en enviármelos para añadirlos aquí. Estoy en Facebook Twitter y Google Plus. Mi email: info@lauramascaro.com


viernes, 19 de septiembre de 2014

Señor Dios, soy Anna



En mi perfil personal de Facebook me nominaron para que publicara el listado de 10 libros que han cambiado mi vida. Uno de ellos se titula "Señor Dios, soy Anna" y lo leí a los 8 años, justamente el curso que no fui al colegio.

"Anna puede desarmar a cualquiera
con sus interminables preguntas.
Y conocerlas significa tener que
volver a plantearse de nuevo
todas esas interrogantes para las
que creíamos tener ya respuesta."

"El enamoramiento de los números se marchitó un poco sin que, durante largo tiempo, llegara yo a saber por qué. Fue Charles quien me puso en la pista de la explicación. Charles era profesor en la misma escuela de la señorita Haynes, y la señorita Haynes enseñaba a sumar. Anna iba a la escuela de no muy buena gana y, como llegaría a saber después, no muy frecuentemente. En una de las clases de sumas, la señorita Haynes se había dirigido a Anna

- Si tuvieras una hilera de doce flores -le preguntó- y tuvieras 12 hileras ¿Cuántas flores tendrías?

¡Pobre señorita Haynes! Si se hubiera limitado a preguntarle a Anna cuánto es doce por doce, habría obtenido la respuesta que esperaba, pero no; tuvo que empezar a dar vueltas con las flores, con hileras y todo eso. Claro que obtuvo una respuesta; no la que ella esperaba, pero obtuvo una respuesta.

Anna aspiró ruidosamente el aire, en un tono que indicaba la desaprobación más absoluta. 

- Si cultiva así las flores, no crecerá ninguna.

La señorita Haynes estaba hecha de un material muy especial, y esa respuesta la dejó impávida. Lo intentó de nuevo.

- Tienes siete caramelos en una mano y nueve en la otra. ¿Cuántos caramelos tienes en total?

- Ninguno -respondió Anna-. En esta mano no tengo ninguno, y en esta otra mano tampoco, así que no tengo ninguno, y está mal decir que tengo si en realidad no tengo. 

La valiente, intrépida señorita Haynes volvió a insistir. 

- Quiero que te lo imagines, querida; que imagines que los tienes

Una vez recibidas las instrucciones, Anna se lo imaginó y dio la respuesta, triunfante:

- Catorce.

- Oh, no, querida -corrigió la valerosa señorita Haynes-. Tienes dieciséis. Fíjate que siete más nueve son dieciséis. 

- Eso ya lo sé -aclaró Anna-, pero como usted dijo que me imaginara, me imaginé que me comía uno y regalaba otro, así que tengo catorce. 

Siempre he pensado que las palabras que siguieron iban encaminadas a aliviar el dolor y la angustia que se reflejaron en la cara de la señorita Haynes. 

- Pero no me gustó, estaba ácido -admitió como si ella misma se castigara. 

Esas actitudes hacia una cosa del Señor Dios como los números eran poco menos que imperdonables, y era lo que más sublevaba a Anna."


viernes, 12 de septiembre de 2014

Unschooler aprendiendo inglés





Tantos años y todavía me cuesta explicar qué es y cómo funciona el unschooling. Cuando lo conocí y me fui dando cuenta de que ése sería el método que mejor se adaptaría a nosotros, comencé a aplicarlo a todos los ámbitos de la vida, no sólo al académico, escorando así hasta el denominado "unschooling radical".

El camino hacía el unschooling no sucede de un día para otro y, en mi caso, hubo un último escollo difícil de superar y era éste: haciendo unschooling el niño tiene libertad para decidir qué aprende y cuándo y cómo lo aprende. Lo veía funcionar claramente con algunas cosas. Sin embargo, me quedaba la duda de qué hacer con aquellas cosas (llamémoslo materias, si queréis) que yo consideraba que era realmente importante aprender y que, por algún motivo, parecían no interesar a mi hijo. En muchas familias eso pasa con las matemáticas. Pero a mi hijo le gustan las matemáticas, yo el problema lo tenía con el inglés. A mi el inglés me ha abierto muchas puertas y lo aprendí porque de pequeña me obligaron a tomar clases (desde los cinco años). Si me hubieran dejado elegir, casi con seguridad habría decidido no continuar estudiándolo. De mayor agradecí que me hubieran obligado así que ahí estaba mi duda: ¿no es acaso mi obligación como madre imponerle ciertas cosas a mi hijo por su propio bien? Ahora se me ponen los pelos de punta sólo de pensar que una vez tuve esa duda.

Conseguí relajarme con ese tema pensando dos cosas: una, conozco a muchas personas que de pequeño no aprendieron inglés y, de mayores, porque lo necesitaban por el trabajo o porque les interesaba por otro motivo, lo aprendieron sin más dificultad. Y dos, hay muchas cosas que otras personas consideran imprescindibles y que yo ni sé ni necesito.

Pero a veces cuesta aceptar que a tu hijo no le interesen ciertas cosas. Lees blogs de homeschooling y muchos parecen pequeños davincis... Pero, resumiendo, esto es lo que pasó con el inglés:

1º) En casa hay muchos libros y son parte improtante de nuestra vida. Desde muy pequeño Damián tuvo un libro de esos de "mis primeras mil palabras en inglés". Simplemente eran dibujos con el respectivo nombre escrito. Como los dibujos le llamaban la atención, me pedía que le leyera las palabras.

2º) También de pequeño, solía ponerle los dibujos y películas en inglés. Hasta que creció y aprendió que podía ponerlo en el idioma que quisiera y, sí, en español es más cómodo.

3º) El año pasado estuvimos en Nueva York. Allí se dio cuenta de que no es muy agradable (ni muy práctico) estar en una ciudad donde no entiendes nada, así que empezó a prestar atención y a preguntar cosas.

4º) Su mejor amiga es medio canadiense (¡hola Annie!) y pasan muchas horas juntos. Cuando están en su casa, oye a Annie hablando con su madre en inglés así que presta atención y a veces pregunta qué están diciendo.

5º) A Damián y a Annie les gusta mucho Minecraft (y cuando digo "mucho" me quedo corta) así que, para aprender trucos, empezaron a ver videoblogs de gamers. La mayoría de ellos eran en inglés pero Damián los veía de todos modos. Cuando por la imagen no podía entenderlo, preguntaba. Cuando se repetía mucho una palabra o expresión, preguntaba. Y así, poco a poco, se fue haciendo con el idioma. ¿Por qué? Porque de repente el inglés era una herramienta necesaria para conseguir lo que quería. Y eso es todo. El aprendizaje no tiene más misterio: es inevitable siempre que haya interés y recursos disponibles.


viernes, 5 de septiembre de 2014

Madrid con niños



En julio nos visitó mi prima Olga, que tiene 11 años y vive en Menorca. Quería desglosar en el blog todo lo que hicimos con ella pero, a falta de tiempo, dejo este resumen por si os ayuda a coger ideas de cosas que hacer con niños en Madrid.


Visitamos el museo del Prado e hicimos el juego de pistas que tienen para niños. Olvidé que no se pueden hacer fotos dentro del museo pero, para una que hice, me apetece publicarla.





El zoológico es visita obligada cuando vas con niños. Yo siempre tengo sentimientos encontrados porque me apena ver a los animales cautivos y fuera de su hábitat, pero también es cierto que si no fuera por estos lugares, a la mayoría de ellos no podríamos verlos nunca y tal vez ni los conoceríamos. 





Fuimos -una vez más- a ver el cambio de guardia en el Palacio Real, ya que la visita de Olga coincidió con el primer miércoles de mes, que es cuando puede verse este evento (de octubre a julio). A mi, la verdad, la parte que más me gusta es la retirada, cuando ya se ha hecho el cambio y casi todo el mundo se ha ido (o se ha quedado escuchando el concierto delante del Palacio). Ver cómo se van relajados, charlando (o whatsapeando), desmontan y meten a los caballos en los camiones.

El Palacio por dentro no lo visitamos porque a Olga no le interesaba y Damián ya lo conoce, pero es una visita que merece la pena, aunque sólo sea por la armería.






También dimos un par de vueltas en el bus turístico. Soy muy fan de los autobuses turíticos porque te permiten tener una idea general de cómo es una ciudad, qué tipo de barrios tiene, qué edificios, etc y, al menos a mi, me ayuda a ubicarme.






Pero antes de eso fuimos artífices y testigos del primer viaje de Olga en tren. Cuando vas por primera vez de un sitio tan pequeño como Menorca a una ciudad grande como Madrid, hay algunas cosas que debes hacer, como coger el metro y el cercanías.





Visitamos también el castillo de Manzanares el Real, donde los niños disfrutaron de lo lindo. Antes, para ambientarnos, pasamos por Pedrezuela porque había una feria medieval.